Por fin me amo, porque aprendí que soy yo a quien más debo amar en este mundo. Aprendí amar el sonido de mi risa y la forma en que mis ojos se enchinan, aprendí amar la forma tan extraña que tienen mis pies y mis manos. Aprendí a amar el color caramelo de mi tez.
Aprendí amar aquella cicatriz que tengo en el abdomen a causa de una operación. Aprendí amar el color caoba brillante de mis ojos. Aprendí amar las estrellas que recorren mi cuerpo en forma de lunares. Aprendí amar el tamaño de mis labios.
Al fin me amo porque aprendí amar aquellas curvas pronunciadas que recorren todo mi pequeño cuerpo. Al fin me amo porque sé que puedo ser grande sin medir más de un metro setenta. Al fin me amo porque aprendí que puedo ser fuerte sin necesidad de ser hombre.
Pero sobre todas las cosas, aprendí amar quien soy. Amo la forma en que me enojo, amo la forma en que reacciono cuando algo bueno me sucede. Amo la forma en que doy amor así tan intenso y sin preocupaciones. Y amo la forma en que dejó ir todas las cosas sin remordimientos. Amo la forma en que cuido mis principios y creencias y amo la forma en que llevo la vida, sólo dejándola pasar.
Por fin me amo, porque el amor propio va más allá de lo físico. Por fin me amo, porque aprendí amar aquello que la sociedad me hizo creer que era un defecto.
